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Con una sonrisa de satisfacción, Marge observó el pastel. "¡Ahora solo debe enfriarse!", se dijo, anticipando el momento en que toda la familia podría disfrutar de su obra maestra.
Justo en ese momento, Lisa entró en la cocina. "¡Wow, mamá! ¡Me encanta el pastel de manzana!", exclamó, acercándose a la ventana. Sin esperar respuesta, su dedo índice se hundió en la corteza dorada del pastel. "FUNC!", se oyó, mientras un poco de vapor escapaba del orificio.
Marge se giró y miró a Lisa con una mezcla de sorpresa y desaprobación. "¿Me das un trozo?", pidió Lisa con ojos suplicantes.
"¡Espera un minuto, cariño!", respondió Marge, tomando un cuchillo para cortar el pastel. "Esto está muy caliente."
A pesar del pequeño incidente, la cocina se llenó de un cálido ambiente familiar, y Marge, con paciencia y amor, cortó un trozo del pastel para su hija, asegurándose de que no se quemara. La espera valió la pena, ya que el pastel resultó ser tan delicioso como ella había anticipado, y la sonrisa de Lisa fue la mejor recompensa.
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